«Todos esperábamos que un día Mario sacara de los cajones novelas extraordinarias que continuaran lo prometido por El inocente, La tarde y El ayudante del verdugo. Le veíamos como un rey Arturo o ese padre esencial de las novelas de Marsé que un día volverá, y nos negábamos a creer que había perdido el favor del mar…» (Manuel Vázquez Montalbán)