Hans Christian Andersen (Odense, 1805 – Copenhague, 1875) es considerado uno de los más influyentes escritores daneses del siglo XIX. Hijo de un zapatero y de una lavandera, a pesar de una infancia difícil, a causa de las restricciones económicas de la familia, y de no llegar a completar en un primer momento los estudios, Andersen fue un lector empedernido y nunca abandonó su pasión por la literatura. Tras la muerte del padre, se mudó a Copenhague en busca de fortuna como cantante y bailarín. Fracasó, pero en la capital pudo entrar en contacto con gente del mundo del arte como Jonas Collin, director del Teatro Real, que se convirtió en su protector y le permitió terminar los estudios. En 1827 inició su carrera como escritor con la publicación del poema El niño moribundo; luego llegaron su primera obra teatral y, en 1934, después de un viaje a Italia, su primera novela, El improvisador, que dio paso a una larga producción de novelas, poemas, obras de teatro, biografías, diarios de viajes, escritos humorísticos y satíricos. Sin embargo, el nombre de Andersen es universalmente conocido por la creación de inmortales cuentos de hadas: El traje nuevo del emperador, La princesa y el guisante, La sirenita, El patito feo, La pequeña cerillera, El soldadito de plomo, Pulgarcito son solo algunos de los títulos que lo han consagrado como uno de los mayores escritores de este género de la literatura mundial.